Shapish
- Desde Chupaca, en la región Junín, nos hermanamos y compartimos con ustedes la vivencia y la pasión el shapish, un baile emblemático del Valle del Mantaro, Patrimonio Cultural de la Nación.
- Teniendo como eje la celebración de las cruces, seis varones se transforman en caporales o shapish para enriquecer un festejo diverso, donde la procesión, el pasacalle, los convites y el gran concurso nos atrapan a cada momento con sus códigos y rituales.
- El shapish es un socializador, un vinculador de cariños y de reciprocidad. La festividad se sostiene gracias al ullay, a la costumbre que aún se práctica y que se resume en el “hoy por ti, mañana por mí”.
- Viva cada detalle en este relato: shapish realizado con la emoción de la escaramuza, la cachua y la chimaycha. Este martes 10 de mayo a las 10pm y el miércoles 11 de mayo a las 4pm a través de Costumbres, el verdadero espíritu de los peruanos.
El shapish es un guerrero elegantemente vestido. Seis de ellos forman el conjunto, que al lado de los negros, ejecuta esta danza que como tal tiene 60 figuras coreográficas en tres partes fundamentales: escaramuza, cachua y chimaycha. Sin embargo, como dice el historiador Pompeyo Cerrón, hay que saber diferenciar el baile de los shapish de la danza de los shapish: “uno es fiesta del shapish, otra es la danza del shapish, uno es baile del shapish, otra es la danza del shapish. Baila cualquiera como sucede en los convites, hombres y mujeres, pero en cambio la danza ya es parametrada, pues ésta tiene que responder a las 60 figuras que se van a interpretar en 15minutos y para un jurado que está calificando”.
La ejecución del shapish es durante la fiesta en honor a la Santísima Cruz. En Chupaca existen 13 barrios y 30 conjuntos de shapish. Están regidos por la Asociación Cultural Shapish fundada en 1999 y como parte de la ritualidad y el compromiso se exige que cada conjunto nuevo que aparece tenga una cruz aunque todavía le falte la capilla. Durante todo un año se preparan para el festejo, pero cuando llega mayo el pueblo se paraliza. La víspera del día de cruces, es decir, dos de mayo, arreglan y velan a la cruz, comparten hojas de coca y calientitos y como llega la orquesta, se hace una última repasada de la coreografía de los shapish y ese ensayo, como la mayoría de éstos, es dentro de las capillas o en el lugar donde ha sido ubicada la cruz.
Compromiso y reciprocidad
Para bailar, cada caporal o shapish se compromete, y por lo mismo, debe encargarse de costear su vestuario, la orquesta, la atención a los visitantes. Como cumplir es un tanto costoso, desde hace muchos años se usa la costumbre del ullay, el “hoy por ti, mañana por mí”. Entonces aparece la figura del fundador, quien por cariño o pasión a la danza, pues ofrece a su caporal (familiar o amigo) un desayuno, el local, un almuerzo, el vestuario, la cena, la cerveza, la banda. Todo chupaquino sabe que este no es un regalo, es un préstamo, pues cuando el donante asuma la misma responsabilidad o tenga un evento familiar o una faena, el que recibe tendrá que portarse y devolver lo que le ha dado.
Aunque el esquema festivo gira alrededor de la devoción en la cruz, lo que cautiva a propios y extraños es el gran concurso de la danza de los shapish. El escenario que se arma en la Plaza Independencia es muy atractivo y todos cuentan que es una emoción indescriptible cuando suben y bailan repitiendo las 60 figuras coreográficas en tres momentos claves: Escaramuza, Cachua y Chimaycha.
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